Final de Ramadán en Prizren
«¿Kosovo? ¿Y para qué quieren ir ahí?» Las preguntas llenas de confusión del amigo montenegrino de mi amiga contenían a la vez un poco de desprecio que era evidente en la expresión de su cara. Porque Montenegro y Serbia son como dos buenos amigos que solo se distanciaron un poco por diferencia de proyectos. Y porque nombrar a Kosovo implica de cierta manera admitir que Serbia quedó incompleta, que a una porción de Serbia se la robaron los musulmanes albaneses. A Serbia le extirparon un miembro y por nada del mundo se lo van a devolver (porque en verdad no le pertenece, y eso duele). «No van a ver otra cosa que casas como ésas», dice señalando un grupito de viviendas con techos de chapa en proceso de derrumbe en lo alto de la montaña de enfrente. Mientras tanto yo pensaba, «el amigo montenegrino de mi amiga no estaría diciendo esto si hubiese estado alguna vez en Kosovo realmente». O puede que sí haya estado, y que en su intolerancia supersticiosa contra los albaneses siga repitiendo la misma historia como un loro, incluso después de comprobar en primera persona que Prizren es una de las ciudades más lindas de los Balcanes. Pero yo creo que no: que a él la historia se la contaron. ¿Qué pensará este chico montenegrino que se va a encontrar en Kosovo? ¿Ciudades minadas? ¿Cadáveres de la guerra todavía en las calles? No sabemos con qué clase de fábulas puede haberle llenado la cabeza el aparato de segregación étnica.
Pero nosotros sí vinimos a Kosovo. Y llegamos a Prizren justo durante los días finales del Ramadán (o Ramazan, en albanés). El Ramadán es el evento más importante en el calendario musulmán y el ayuno o sawm es uno de los Cinco Pilares del Islam junto con la shahada (profesión de la fé), el salat (oración), el zakat (caridad) y el hajj (peregrinación a la Mecca). Durante todo el mes que dura el Ramadán los musulmanes ayunan desde que sale el sol hasta el atardecer para conmemorar el momento en que el arcángel Gabriel bajó del Cielo las primeras enseñanzas del Corán para revelárselas al Profeta Mohamed. Todos los días al caer el sol se arman grandes buffets comunitarios y familiares: es el iftar o interrupción del ayuno. Desde el alba hasta el atardecer se reza muchísimo y está prohibido comer, tomar líquidos, fumar, tener sexo, involucrarse en peleas o mostrar comportamientos destructivos/pecaminosos. Por eso la llegada de la noche es una fiesta durante el Ramadán, y el inicio del iftar se celebra comiendo dátiles de la misma manera en que el propio Profeta rompió su ayuno ingiriendo tres dátiles. Lo gracioso es que la población no musulmana de Prizren también se sube a la ola de algarabía post-ayuno, especialmente los jóvenes, aunque los vasos de cerveza que sostienen en la mano dejan en claro que ninguno de ellos ayuna. Pero esto no es ningún impedimento para salir a comerse el menú entero en los restoranes y luego irse de joda a alguno de los cancheros bolichitos del centro. A la noche las calles casi literalmente se inundan de gente que sale a pasear en actitud de fiesta y, los más adolescentes (y no tanto…), en actitud de levante.
Y era verdad lo que nos habían dicho de Prizren: que era la más linda de Kosovo. Aunque tengo que admitir que yo venía acostumbrada al formato de Pristina, una ciudad más abierta y como dispersa, y adaptarme a la antigua, pequeña y condensada Prizren me tomó varias horas. Pero finalmente lo conseguí, aunque no necesité más que caminar por las callecitas empedradas y entrar a una o dos mezquitas para sentirme como en casa. La encontré similar a una Sarajevo concentrada y en tamaño miniatura, y eso de que «es la más turística de Kosovo», bueno…fue una alegría descubrir que no era tan así. Es bastante visitada por albaneses, macedonios y otras nacionalidades vecinas; ni hablar de serbios y rusos por cuestiones obvias, y de europeos de Occidente, menos.